martes, 8 de abril de 2008

Una tradición de colores

Foto: Sergio Simpson (EC)


En el barrio Sutiaba, en León Nicaragua, chicos y grandes se unen para adornar las calles con coloridas “alfombras pasionarias” de aserrín que dan continuidad a la expresión antigua de celebración de Semana Santa Leonesa, dedicada al Santo Entierro de Sutiaba.

A finales del Siglo XIX el poeta nicaragüense Rubén Darío en su libro Autobiografías se refiere a la “Semana Santa en León y Corpus en Guatemala”. El poeta, quien de niños observó desde la esquina de su casa las procesiones, menciona la elaboración de estas coloridas obras de arte las cuales se extendían sobre la Calle Real en León: “…y sobre el suelo se dibujaban alfombras que se coloreaban expresamente, con aserrín de rojo brasil o cedro, o amarillo “mora”; con trigo reventado, con hojas, con flores, con desgranada flor de “coyol”.

Cada año son mejoradas y se integran nuevas técnicas. Pedacitos de telas preciosas, flores deshechas, ladrillos, pedacitos de cuero teñido, ceniza, cimarra y tintes de todos los colores, sobrepuesta en una plantilla de plywood por las calles, dan vida a las hermosas alfombras que incluyen pasajes bíblicos con sus personajes. Son verdaderas obras de arte popular; pasionarias, procesionales y efímeras, obras anónimas de la comunidad indígena y que responden a la antigua celebridad de la Semana Santa leonesa.

Según Wilmor López, investigador de la cultura popular, la tradición de las alfombras policromadas tienen origen árabe, quienes la trasladaron a España con las alfombras persas. Con la llegada de los españoles a Nicaragua traen consigo esa tradición.

Otras ciudades centroamericanas en donde se elaboran las alfombras son Ciudad Antigua, en Guatemala y Cartago, en Costa Rica.

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