martes, 13 de mayo de 2008

Hambruna golpearía fuerte en Nicaragua


Alzas petrolera, desastres naturales, políticas económicas erradas y mala distribución de ingresos aumentan pobreza

Habitantes tienen que emigrar. Situación empeorará en 10 años, según un informe.

José Ramón Gutiérrez y Redacción

PALACAGÜINA Y MANAGUA

periodicoelcentroamericano@gmail.com

El parque de Palacagüina -al norte del país- siempre está lleno. Una multitud, en su mayoría jóvenes sin trabajo, se reúne para compartir sus tristezas y frustraciones. Su lenguaje está lleno de rencor y resentimiento porque sus esperanzas de trabajar y estudiar quedaron en sueños. “Puras promesas políticas”, aducen.

Los ofrecimientos del gobierno aún no tocan a este pueblo y Palacagüina es una radiografía pequeña del país, cuyos habitantes buscan en la emigración una alternativa para subsistir.

Una pobreza persistente y el riesgo de hambruna en Nicaragua son resultado de la carestía petrolera, efectos del cambio climático y de desastres naturales (huracán Félix en 2007), políticas económicas erráticas de gobiernos anteriores y del actual que sólo han velado por intereses políticos, así como una mala distribución de los ingresos, informó la agencia de noticias (IPS), citando sociólogo Cirilo Otero, director del Centro de Investigaciones de Políticas Ambientales, quien midió el impacto del fenómeno en este país para el informe del PMA y considera que la crisis aumentará en 10 años más.

Doña Marcelina Calderón, habitante de Palacagüina, es una de tantas que sufre de la pobreza extrema del país. Para ella, alimentarse cada día es un reto desesperante cuando una libra de cuajada vale 25 córdobas (1.3 dólares) y un campesino gana 35 córdobas diarios (1.7 dólares) en la jornadas de trabajo del campo.

“Alimentar a mis cuatro hijos es muy duro muchacho, cuesta tanto alimentarnos que nuestra dieta casi siempre es guineo, frijoles y cuando mi esposo trabaja más de una semana podemos comprar cuajada”, dice la mujer con su mirada fija en el horizonte.

Don Rosendo Carcache, un humilde hombre que se gana la vida en el parque vendiendo raspados (granizados), cuenta que él sabe de muchos jóvenes que se marcharon del pueblo, unos para Costa Rica, otros para el Salvador y los que tuvieron las suerte de que sus padres vendieran todo, “se fueron para la “yunai” (Estados Unidos) sin pensarlo dos veces”, por la carestía.

“Mire mi amigo, yo no sé que está pasando, pero aquí el hambre y la miseria es lo que nos acompaña todos los días. No hay trabajo y tampoco ninguna ayuda del gobierno para impulsar las siembras. Solo propaganda política de los CPC (Consejos del Poder Ciudadano, brazo político del gobierno sandinista)”, se lamenta.

ALIMENTOS CAROS

El año pasado un litro de aceite comestible costaba 1.4 dólares, hoy vale alrededor de 2.1 dólares; la libra de frijol pasó de 32 centavos de dólar a 1,25 dólares. El precio de la tortilla de maíz subió 54 por ciento entre enero de 2007 y el primer mes de 2008 en este país, según un informe del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA).

SIN MEDICINAS

Los pobladores de Palacagüina reconocen que ahora hay atención médica, pero no hay medicinas. Los medicamentos tienen que comprarlos con los pocos córdobas que logran ganar cuando tienen la suerte de lograr unos días de trabajo para comer y sobrevivir. Pueblos vecinos como Condega, Ocotal y Somoto viven la misma historia de olvido y miseria de parte del gobierno.

Un gran avance para Nicaragua se conseguiría generando empleos y superando la desnutrición infantil, apuntó Salfreo Missair, coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas. “Si nosotros no le damos empleo a la gente, vamos a transformar a la gente en pobres crónicos”, advirtió.


PARADOJA

Por ahora la pobreza en Palacagüina contrasta con un gesto que quiso ser sonrisa. Son los costosos afiches del presidente Daniel Ortega pegados en cuanto poste o pared fuese posible, como muda huella de la pasada batalla electoral. Los niños de Palacagüina caminan por las calles, flacos, vestidos con harapos; en sus ojos se puede observar la misma tristeza y desesperanza de los adultos.

La desnutrición los pone en desventaja en el rendimiento escolar. Al final podrían abandonar las aulas y probablemente haciendo cualquier trabajo para llevar unos cuantos centavos a sus humildes hogares: casas de madera podrida, cartón, plástico y latas. Pero una cosa si se sabe con absoluta certeza: Cristo, todavía no ha nacido en Palacagüina.

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